Cuando la espera te duele… pero te transforma

Publicado el 1 de junio de 2025, 14:15

ESPERAR CON FE 

Hay temporadas que no elegimos, sino que simplemente llegan. Temporadas donde sentimos que todo se detuvo. Queríamos avanzar, conquistar, ver resultados… pero la respuesta fue: espera.

La espera incomoda, remueve y hasta duele. Pero también puede transformarte. Porque cuando decides esperar en Jesucristo y confiar en su tiempo —no en el tuyo— algo poderoso ocurre en lo profundo de tu alma: descubres que la espera no te detiene, sino que te moldea.

¿Por qué nos cuesta tanto esperar?

Esperar es difícil, especialmente cuando vivimos en un mundo donde todo parece instantáneo: comida rápida, respuestas automáticas, soluciones digitales. Pero la fe verdadera no se construye con atajos.

A veces confundimos el silencio de Dios con abandono. Sentimos que no responder es ignorar, y no actuar es rechazar. Pero no es así.

Dios no se mueve por presión, se mueve por propósito. Él sabe cuándo estás lista para recibir lo que le has pedido. Y mientras esperas, Él trabaja. A menudo no en lo externo, sino en lo más profundo: tu carácter.

Lo que Dios hace mientras tú esperas

Mientras tú oras y no ves nada, Él está moviendo todo. Tal vez no como tú quieres… pero siempre como tú necesitas.

Esto es lo que Dios hace en la espera:

  • Purifica tu motivación. Lo que parecía urgente ya no lo es. Aprendes a distinguir lo esencial.
  • Te revela lo que realmente necesitas. A veces pedías algo por miedo, no por fe.
  • Destruye tus ídolos. Lo que ponías en primer lugar empieza a perder valor ante su presencia.
  • Te da fuerza espiritual. “Pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas…” (Isaías 40:31).

La espera revela lo que hay en tu corazón. ¿Impaciencia? ¿Control? ¿Fe?… y permite que Dios trabaje allí.

Cómo esperar en fe y no con ansiedad

Esperar no significa pasividad. Es una espera activa. Como un sembrador que riega su semilla aunque no ve brotes todavía.

Aquí algunos consejos prácticos para esperar con propósito:

1. Mantén la oración constante: Aunque no veas cambios, ora. Habla con Dios y escucha su voz en la Palabra.

2. Satura tu mente con promesas: Memoriza versículos que te recuerden su fidelidad. Por ejemplo:

“Espera en Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón.” (Salmo 27:14)

“Bueno es Jehová a los que en Él esperan, al alma que le busca.” (Lamentaciones 3:25)

3. No compares tu proceso con el de otros: Cada camino es único. El tiempo de otros no es el tuyo.

4. Disfruta los pequeños regalos del presente: Agradece lo que sí tienes. La gratitud cambia tu perspectiva.

5. Rodéate de fe: Escucha alabanzas, lee testimonios, únete a comunidades que fortalecen tu espíritu.

 Cuando duele, recuerda…

Dios no llega tarde. Él llega perfecto.

Tal vez hoy estás en ese punto donde ya oraste, ya lloraste, ya hiciste lo que podías… y ahora solo queda esperar. Quiero decirte algo que aprendí en mi propio proceso: en el tiempo perfecto de Dios, todo tiene sentido.

No te estás quedando atrás. Estás siendo preparada. La espera no es castigo, es formación. Y llegará el día en que mirarás atrás y dirás: “Gracias, Señor, por no darme lo que quería, sino lo que realmente necesitaba”.

▸ Conclusión:

Esperar en Jesucristo es un acto de rendición y confianza. Es reconocer que Su voluntad es buena, agradable y perfecta, aunque en el momento no lo entendamos.

Así que si hoy estás esperando, no te desesperes. Estás en las mejores manos. Mientras tú confías, Dios construye algo hermoso. A su tiempo, y para su gloria.

¿Estás atravesando una temporada de espera? Te invito a descargar nuestra guía devocional gratuita: “Cómo florecer mientras esperas” y a leer otros artículos inspiradores aquí en La Belleza de lo Simple.

Tu alma también puede florecer… incluso en el invierno.

 

“La espera no es pérdida de tiempo; es el tiempo donde Dios prepara lo que tus ojos aún no ven.”

Por: Xiomara Quiñónez V.


Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios